Después de una primera visita, tengo que volver para disfrutarla plenamente, me ha gustado mucho. Me parece una pintura sincera, nada exhibicionista, muy introspectiva y que cuestiona quienes somos. Los ojos de Maria Lassnig siempre miran, se mira y nos miran, y con pintura física dejó constancia de sus preguntas sobre porque pintar, quién era, que sentía, como era la realidad que le rodeaba, reflexiones que la acompañaron toda la vida. Colores ácidos, pintura amarilla, verdes pálidos, el cuerpo sentido en cada una de las edades. Todas las preocupaciones sociales las podemos ver planteadas y respuestas, envejecimiento y muerte, maternidad, maquinas y civilización, la relación con la naturaleza. Felicito a la Fundación Tàpies y a su directora Laurence Rassel por traer a Barcelona esta magnífica exposición.